La cuna
Autenticidad
El valle del Bitlles
Serral
del Sabater
El contexto natural y geológico del Serral del Sabater —enmarcado en el valle del Bitlles—, está vertebrado por el paso del curso del agua del río y manchado por pequeños núcleos de población como Torrelavit y Sant Pere de Riudebitlles, y propicia una viticultura artesana , laboriosa pero gratificante, que cuenta la historia de cuatro generaciones de campesinos y viticultores que hemos aprovechado la enigmática energía de este sitio para elaborar vinos singulares.
El clima mediterráneo del Penedès, de inviernos templados y veranos secos y calurosos con una gran influencia del mar Mediterráneo y la montaña de Montserrat, es uno de los rasgos fundamentales que caracteriza el valle del Bitlles y, en consecuencia, también los vinos que nacen en él.
Nuestros suelos en el Valle del Bitlles se escalonan en pequeñas parcelas y terrazas a ambos lados del río. Generalmente son suelos francargilosos y calcáreos, con incrustaciones de gres y, en menor proporción, de conglomerados que se formaron hace casi 12 millones de años.
Cultivamos un abanico ampelográfico de 10 variedades de uva diferentes, 6 de ellas en el Serral del Sabater, donde conviven variedades autóctonas como el macabeo y el xarel·lo con cepas de variedades históricamente bien adaptadas como el pinot noir, el moscatel o el inédito chenin blanco, muy poco cultivado en Cataluña.
La Serra del Bolet
La
Torreta
A través de caminos y senderos que serpentean pinares y encinares, los límites de la finca de La Torreta pasan por viñedos dominados por la montonega, una parellada de montaña excelente transmisora del clima y la geología de este lugar, a más de 700 metros de altitud. Al este, el pueblo de Sant Joan de Mediona; al oeste, el límite entre el Penedès y el Anoia. Un paisaje salvaje y solitario, cautivador por la sensación de alejamiento y de austeridad que provoca.
En la finca de La Torreta, el clima mediterráneo más extremo moldea la maduración de las uvas. Durante el día, las temperaturas se elevan y la piel de la uva madura lentamente. Al caer la noche, se impone la frescura que baja de la Serra del Bolet, las temperaturas se desploman y los viñedos experimentan un salto térmico drástico. Es en este contraste, en ese vaivén de temperaturas, donde la uva encuentra el equilibrio idóneo entre grado y acidez.
El suelo sobre el que cultivamos nuestros viñedos es una combinación de areniscas y lutitas y, en algunos puntos, encontramos también margas y conglomerados con presencia de nódulos calcáreos y afloramientos rocosos provenientes de la meteorización de la Serra del Bolet. Las producciones son bajas, pero obtenemos uvas con mucha concentración y de la más alta calidad.
Nuestra dedicación para resaltar el valor de la parellada de altura y sus diferentes expresiones, como la montonega, nos ha llevado a cultivar más de 20 ha. Además, complementamos el cultivo de nuestra variedad por excelencia con variedades tintas como la garnacha tinta, el tempranillo o el merlot, que toman una personalidad muy característica a medida que cogen altitud.